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jueves, 19 de julio de 2007

NOCTURNO TERRENAL

Nocturno terrenal

Te he buscado, Tesoro,
he cavado en las noches profundas.

Rainer María Rilke

Amo cierta sombra y cierta luz que muy juntas, creo yo, azulan
Las casas profundas de los muertos, amo la llama
Y el cabo de la sangre, porque juntas son el mundo
Y hacen de mí un muro que separa la noche del día.

He visto los rojos campos labrados por el cielo azul,
La antigua naturaleza desflecada y húmeda
De vino, de rocío, mortalmente hecha con racimos
De amor, tal un lecho donde ardiera lo deseado,
Pero debajo de todo, siempre despierta, un agua pura
Pensando por nosotros contra un árbol de dolor.

Y las cosas cuya última luciérnaga ha volado
Con nuestro último sueño, que tienen todavía, como un templo
Majestuoso, el gran consuelo de su polvo donde nada
Ni nadie ha osado penetrar sino los muertos.
Amo todavía aquello que habla lejos, como los astros
De terciopelo, al oído del viento, aun las rosas y la luz
Y todo lo que igual a una plaga, inextinguible pero real
Transcurre entre los hombres y agita su plumaje.
Fosforescencia, día esmeralda de las tumbas,
Sólo tus ojos adivino adorados por lagartos y raíces,
Y tras de ellos casas y crepúsculos, altas montañas
Destronadas contra cielos de nieve en un soplo;
Todo bajo el musgo de sus ojos, blanco Amante,
De cuyo seno mana una leche antigua a cada fruto.
Yo amo por ello este hundido bosque, de brillantes hojas
Donde reposa, inmemorial, el Gran Sol de los
Tiempos.

JORGE EDUARDO EIELSON

Cuadro de Eduardo Cochachin Gonzales

viernes, 22 de junio de 2007

EIELSON EL INTIMO

CUERPO DIVIDIDO

Si la mitad de mi cuerpo sonrie
La otra mitad se llena de tristeza
Y misteriosas escamas de pescado
Suceden a mis cabellos.
Sonrio y lloro
Sin saber si son mis brazos
O mis piernas las que lloran o sonrien
Sin saber si es mi cabeza
Mi corazon o mi glande
El que decide mi sonrisa
O mi tristeza.
Azul como los peces
Me muevo en aguas turbias o brillantes
Sin preguntarme por que?
Simplemente sollozo
Mientras sonrio y sonrio
Mientras sollozo

viernes, 27 de abril de 2007

EL GUARDIAN DEL HIELO


El guardián del hielo
Y coincidimos en el terral
el heladero con su carretilla averiada y yo
que corría tras los pájaros huidos del fuego
de la zafra.

También coincidió el sol.
En esa situación cómo negarse a un favor llano:
el heladero me pidió cuidar su efímero hielo.


Oh cuidar lo fugaz bajo el sol...
El hielo empezó a derretirse bajo mi sombra,
tan desesperada como inútil.
Diluyéndose dibujaba seres esbeltos y primordiales
que sólo un instante tenían firmeza de cristal

de cuarzo y enseguida eran formas puras
como de montaña o planeta que se devasta.

No se puede amar lo que tan rápido fuga.
Ama rápido, me dijo el sol.
Y así aprendí, en su ardiente y perverso reino,
a cumplir con la vida:

yo soy el guardián del hielo